Acierta José Carlos Rodríguez al
recomendar los libros que aparecen en la web de Juventudes Liberales.
Es precisamente en esos libros donde podemos leer a Hayek afirmar con rigurosa contundencia que
“probablemente nada ha hecho tanto daño a la causa liberal como la rígida insistencia de algunos liberales en ciertas toscas reglas rutinarias, sobre todo en el principio de laissez-faire". No entrarían, pienso yo, en el capítulo de rígidos liberales aquellos como
Richard Rahn del
Cato Institute que defienden privatizar el servicio postal público, reducir los subsidios agrícolas y utilizar lo ahorrado en dar acceso a Internet a la gente más pobre y aislada.
Para tosco o rígido, escorándome al plano de las consideraciones personales, la afirmación falaz, engañosa y manipuladora del señor Rallo al iniciar su
respuesta al artículo de
Enrique Gómez con un párrafo de este calibre:
"Cuando un liberal defiende de manera insistente la nazionalización de un servicio deberían encenderse todas las luces de alarma. La reiterada petición de que el Estado nazionalice las redes de Internet, que algunos liberales se placen en capitanear, sólo puede ser calificada de mayúscula barbaridad"Responde acertadamente Enrique:
“...eso es absolutamente falso, ya que en ese artículo lo único que proponía era que el Estado se abstuviera de cerrar las redes que se están creando, y que permita a cualquier ente (individuo que pone un punto de acceso en su casa, comunidad de vecinos que comparten una wifi o ayuntamiento que da acceso gratuito a sus ciudadanos) proveer de conexión a quien quiera. Y todo esto venía a cuento de la resolución de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones en la que se obligó al Ayuntamiento de Barcelona a cerrar las redes inalámbricas que había construido en algunos barrios”Nazionalizar un servicio con “z nazi” es otra cosa. Nunca podría defenderlo un
tipo que abandona con lúcida frecuencia el ciber-salón de los debates de café barato para colaborar a pie de calle con
aquellos que frente al Estado nazionalizador y el “mercado oligopolista” extienden
con sus propias manos una red alternativa, civil y libre.