Unas elecciones sin listas radicales

Votan a esta hora los últimos electores en Italia. Unas elecciones locales marcadas por la agonía y muerte del Papa y la ausencia de listas radicales. Y es que los amigos radicali han preferido reservar energías para la madre de todas las batallas antiprohibicionistas: los cuatro referéndums que han conseguido convocar para ganar la batalla al prohibicionismo vaticanista en materia de investigación científica. En un país en el que hasta los excomunistas han colgado carteles electorales con la imagen del Papa y en que el centrismo vaticanista “a lo Buttiglione” domina las dos grandes coaliciones, sería algo más que simbólico ganar la batalla de la libertad de investigación científica. No será fácil. Por eso los jóvenes liberales europeos están preparando iniciativas para volcarse en la “gran batalla” contra el irracionalismo que quiere imponer la “ley moral vaticana”. Ganar esta batalla en un país como Italia adosado al pequeño Estado teocrático y medieval del Papa de turno sería una manera de romper con el nefasto y retrogrado cordón umbilical que contamina –y no siempre con buenas artes- de decadente asistencialismo social y retrógrado prohibicionismo moral la política italiana y europea.

Esa es la batalla que han dado en su particular campaña electoral los radicali. Unas elecciones en la que la participación directa de candidatos radicales puede contarse con los dedos de una mano. Merece destacarse la presencia del histórico radical Ignazio Marcozzi Rozzi en la lista de Ottaviano del Turco a la presidencia de Abruzzo y la presentación excepcional de una candidatura radical al ayuntamiento de Quindici.