Le han
preguntado a Federico Jiménez Losantos:
Parece ser que los chavales de www.juventudesliberales.org quieren impulsar en el 2005 un partido similar al radical italiano de Emma Bonino. ¿Vería usted con simpatía un pequeño partido que desde la “izquierda liberal” impulse campañas por la democracia en Cuba, la defensa de Israel o contra el proteccionismo económico?
Por supuesto. Lo que creo un error con el terrible poder mediático del PSOE es dispersar las listas electorales. Con algún tipo de asociación con el PP, me parece muy bien.
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Doy por hecho que Jiménez Losantos conoce el otro
paquete de campañas que los
radicales suelen impulsar, y por cierto con especial énfasis:
aborto libre, libertad de investigación científica, legalización drogas, ruptura del concordato con la “Santa Sede”...
Por eso precisamente tiene más enjundia su respuesta.
El tipo de asociación electoral que sugiere no debería escandalizar a mis, ya, escandalizados compañeros. En Italia hay radicales muy influyentes que apuestan por un pacto con uno de los dos grandes bloques de cara a las generales.
Benedetto Della Vedova apuesta por
Forza Italia y tengo entendido que su propuesta ha merecido el apoyo de una tercera parte de los asistentes al último congreso radical italiano.
La ventaja (o inconveniente) de los radicales, a la hora de negociar, es que todo el mundo sabe que al día siguiente de entrar en el parlamento con las siglas de otro partido serán los mismos
pepitos grillos de siempre y continuarán sin desmayo con sus campañas a pie de calle. Incluso contra el partido que les ha acogido en sus listas.
Los radicales no tienen nada que ver con esos
partidillos obedientes (PDP, Unión Liberal/Partido Liberal, Nueva Izquierda, Euskadiko Ezquerra) que se integran en las listas electorales de un partido grande para progresivamente desaparecer con no pocos de sus dirigentes bien colocados en los despachos subvencionados de los partidos absorbentes. Los radicales, insisto, pueden integrarse en las listas electorales del partido más poderoso y no variar un ápice en su legendaria tarea de aguijón inconformista.
Manual del negociador radical:
Con los conservadores hay que pactar una serie de iniciativas concretas en el área económica: flexibilidad laboral, emprendedores libres de impuestos, libertad de horarios comerciales/instalación de grandes superficies, liberalización de las farmacias... y un compromiso de mínimos por el que, al menos, no se impulsará medida alguna en sentido regresivo en el ámbito de las “libertades no económicas”.
Con los socialistas (PSOE) hay que pactar iniciativas concretas en el área no económica: religión fuera de la escuela, despenalización del aborto, eutanasia, supresión del código penal militar, legalización cannabis... y un compromiso de mínimos por el que, al menos, no habrá medida alguna en sentido regresivo en el ámbito de las “libertades económicas”. Precisamente la opción elegida por los radicales bien podría ser la que se muestre más generosa en la concesión programática de cuestiones que le son poco afines.
Con unos y otros habría que pactar iniciativas concretas de carácter institucional (reforma del poder judicial en sentido antipartitocratico) y
nuevas tecnologías. También pueden pactarse algunos compromisos de mínimos en política exterior: Moratinos dimisión.
Y un punto esencial: los diputados radicales no tienen disciplina de voto. Salvo en aquellos aspectos que tengan una directa relación con las iniciativas concretas acordadas.
Complicado veo el pacto :-)